lunes, 1 de agosto de 2011

LIBRO- Tres Noches de RUBÉN METTINI

En su paso por Buenos Aires para presentar en la librería Otras Letras su novela Tres Noches, aprovechamos dicha presentación para dialogar con Rubén Mettini, su autor, y que nos comente más acerca de su premiada novela. Una novela gay en donde el protagonista está lejisimos del estereotipo gay hegemónico





A la hora de ver películas o leer libros de temática gay nos topamos con un estereotipo de juventud divino tesoro. ¿Cuál fue el móvil para escribir la historia de un gay de la tercera edad?

Quería huir de las historias de jóvenes musculosos y bellos. Opté por un perfil bajo, un hombre común, que pasa inadvertido. Era un reto literario, pero había hallado su voz. Me gustaba de él que fuera un hombre de 70 años que quiere recuperar sus recuerdos. Enviudó, le cuesta emprender una vida nueva. Al perder lo que ha configurado nuestra existencia, casi todos nosotros nos aferramos a los recuerdos gratos o tristes que vivimos, es nuestro patrimonio, nuestra riqueza.


En varios tramos de la novela hay pasajes históricos. ¿Cuanto de autobiográfico hay en ella?

Hay momentos históricos relacionados con la transición española, de finales de los 70 y comienzos de los 80, que viví en primera persona. Una época maravillosa en Barcelona. Hay otros fragmentos históricos relacionados con la posguerra de los años 50 o 60 que no conocí personalmente. De todos modos viviendo en un país uno crece hacia el futuro y hacia el pasado. La guerra civil y la posguerra, tan reflejadas en la novela y en el cine español, me pertenecen como un patrimonio propio.



Al tener varios saltos temporales tenés tiempo para hablar de un tema como el SIDA, un tema al que las nuevas generaciones parecieran prestarle poca atención. ¿Cómo viviste vos todo ese periodo en los 80?


El SIDA transformó la vida gay alrededor del 85. Escribí una novela sobre ese punto de inflexión que provocó el sida. Veníamos de una transición tan hippie, tan libre, tan abierta sexualmente y el sida generó un desconcierto. Cambiaron los hábitos, las costumbres, se introdujo el miedo, porque poco se sabía de la enfermedad. Y empezó a morir gente conocida. Uno tiene listas mentales de toda la gente que desapareció, podríamos llamarlos los NN del sida. Y nunca volvieron a ser las cosas como antes.

Es cierto que las nuevas generaciones bajaron la guardia en el uso del preservativo y otras medidas de protección, creo que eso se debe a que antes el sida era mortal y ahora se ha transformado en una enfermedad permanente pero sin un riesgo tan alto; digamos que se puede convivir con ella, como ocurre con la diabetes.






Sebastian es las antípodas de Emilio y Lucas. Alguien que no cree en la pareja ni en los novios. Hoy en día muchos gays no buscan más que sexo express para no crear ningún tipo de vínculo afectivo ¿te inspiraste en esto?


Te diré algo que llamará la atención. Cuando voy a Argentina la mayoría de gente está de pareja, tanto los gays como las lesbianas. En España o en Italia, la gente tiene verdaderos problemas para establecer una pareja gay. No sé por qué ocurre esto, pero resulta constatable. El domingo lo hablaba con un italiano de Milán y allá pasa lo mismo. Aunque no pretendo criticarlo, el sexo express no es una solución, pero es un recurso ante la enorme dificultad de crear un vínculo afectivo con otra persona del mismo sexo. Y ten en cuenta que entre los heterosexuales pasa lo mismo. Aquí la pareja es difícil de establecer, dura poco y se dinamita a la primera dificultad.



Alex, el jóven que le devuelve los recuerdos a Lucas es un personaje muy importante para la historia. ¿Cómo ideaste ese personaje? ¿Y cómo armaste esos diálogos de chat tan actuales y verosímiles?


Conocí a Alex, estuve con él poco tiempo, en una relación muy intensa. Es una persona increíblemente buena. Traté de reflejarlo, en la novela, tal cual es en la realidad. Intenté ayudarlo a solucionar sus problemas de pareja, porque sufría por amor. Él, su madre, su hermana, su abuela, su perro, su historia familiar son tal como lo conté en la novela. Cuando gané el premio tuve que llamarlo y decirle que había usado su vida para mi ficción. Se puso muy contento. Mi novela fue un homenaje a un tipo tan “legal”, tan buena persona.

Los chats fueron descaradamente “fusilados” o copiados por mí. Tenía esas charlas entre Alex y yo archivadas en Messenger. Simplemente había que recoger lo esencial. De allí que posean tanta verosimilitud.



¿Por qué el epílogo es tan extenso en comparación con los capítulos anteriores?

Surgió así. Tal vez porque Lucas es callado, introvertido y sólo se animaría a contar lo esencial de esas tres noches. Sebastián está en las antípodas, como tú has dicho. Es extrovertido, simpático, algo ridículo, con un cierto mal gusto y, si puede narrar una anécdota con 500 palabras, porque demonios iba a usar 100. Esa sería su forma de pensar. Por eso el epílogo es extenso, porque Sebastián es prolijo, desmesurado, charlatán. Y quiere contarlo todo, completamente todo. Es un chusma, un cotilla, un chismoso, pero yo le tengo mucho cariño.

Fuiste ganador del XI Premio Odisea de Literatura por esta novela. ¿Cómo viviste eso?

No me esperaba en absoluto que una novela con un señor de 70 años fuera a ganar ese concurso de literatura. Creo que Odisea valoró la prosa cuidada, el preciosismo verbal, el intento de la novela de llegar al corazón y también porque la obra posee momentos entretenidos y graciosos. Las críticas que tuvo fueron unánimes en estos aspectos que cito. Cuando me llamaron para decírmelo yo estaba en la playa bañándome, era el mes de noviembre, otoño ya entrado, me dijeron que era la editorial Odisea, que llamaban de Madrid, y yo me pensé que era una broma que me gastaba un amigo. Cuando confirmé que era cierto, me embargó una gran emoción.


El cuerpo recuerda. ¿Qué tres noches recuerda Rubén Mettini?

Mi cuerpo y mi mente recuerdan obsesivamente mis años vividos en Buenos Aires. Vuelvo una y otra vez al gusto de los bizcochuelos de mis tías, a las canciones de mi madre, a las pieles que acaricié, a la ropa que usé, a los olores que crea la lluvia, a los besos que di. Cada sensación forma parte de un puzzle que reconstruye una atmósfera, un ambiente, un retazo de pasado. No son tres noches, sino centenares de noches de recuerdos. Las 1000 y una noches de recuerdos. Y mi cuerpo los contiene a todos.

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