El fetichismo es un práctica sexual que todavía tiene mala fama, incluso dentro de la propia comunidad gay. Eso de lamer botas, vestirse de cuero, oler pies o coleccionar calzoncillos usados sigue viéndose como algo enfermizo, irrisorio o degenerado. Esto nos muestra que todavía queda mucho camino por recorrer en el desmantelamiento del orden heterosexista dominate, y mucha autocrítica que hacer en el seno de nuestra comunidad gay.
El fetichismo (del latín, facticius, significa artificial) consiste en la excitación través de un objeto fetiche, o una parte del cuerpo en particular , se define como fantasías sexuales recurrentes y altamente excitantes, impulsos sexuales o comportamientos ligados al uso de objetos no animados. En el fetichismo se hace necesaria la presencia de un determinado objeto o de la visión de una parte concreta del cuerpo para poder excitarse y llegar al orgasmo. La respuesta del fetichista es la misma o muy similajavascript:void(0)r a la respuesta de excitación sexual frente a los genitales. Esta sería una definición psicológica muy estricta de la tradición médica, que ha patologizado históricamente al fetichismo como una enfermedad. Desde el campo científico el manual de diagnósticos de trastornos mentales o DSM-IV, ubica al fetichismo dentro de la categoría parafilias, ubicada a su vez dentro de la categorización mayor de "trastornos sexuales y de identidad".
En general, todos tenemos componentes fetichistas: nos atrae un bigote, una barba, unas botas, nos calienta una panza frondoza, cierta ropa inetrior... quizá no siempre usamos esos objetos para el sexo (o quizá sí) pero a menudo animan el deseo y el morbo individual.
Freud hace intervenir la angustia de castración del varón, temática bastante compleja dentro del psicoanálisis, pero que resumiéndola de una manera simple nos dice que el objeto elegido como fetiche es un sustituto del pene (falo) de la madre en el que el varoncito ha creído y no quiere renunciar puesto que si la mujer, su madre, está castrada, su propia posesión del pene corre peligro. De esta manera, recuperando una y otra vez el fetiche, niega su ansiedad de castración.
Existen dos tipos de fetichismo, uno es el fetichismo mayor –también llamado parafilia fetichista– en donde el fetiche se utiliza como fuente única de excitación, por la cual la excitación se descarga masturbatoriamente en forma solitaria, sin que intervenga ningún compañero. En contrapartida, existen fetichismos menores cuando el individuo utiliza la visualización de partes vivas del cuerpo humano (pies, manos, panzas, pectorales) u objetos inanimados (ropa interior, perfume, dildos, películas) como forma predominante para excitarse, pero luego generaliza la excitación a todo el cuerpo del compañero sexual y realizan actividades sexuales compartidas.
Es más frecuente en hombres el fetichismo y existen muchas variantes del mismo, siendo las más frecuentes, el fetichismo generado por la visualización de los pies, los zapatos, las medias, ropa interior femenina, el cuero, etc. Hay distintos grados de fetichismos que pueden ir desde la atracción sexual hacia ciertas partes o tipos de cuerpos, hasta la necesidad absoluta del objeto fetiche para poder alcanzar la excitación sexual. En grados más extremos el individuo no logra excitarse con una persona o compañero sexual sino solamente alcanza la excitación y el orgasmo a través del objeto fetiche.
La indumentaria juega un papel muy importante como factor de excitación ya sea como indumento en si, ropa interior o accesorios. Al punto tal que muchos hombres llegan a convertirse en cultores del "crossdressing" cuya práctica consiste en que los hombres que tienen fantasías con vestirse de mujer pueden concretarlas para el acto sexual. Eso sí, sólo por un rato.
Dentro de la cultura gay el grupo más fetichista son los leather, cuyo deseo no puede desprenderse del cuero y alrrededor del cual construyó toda una cultura, que a su vez incluye a otros fetiches como la adoración de ropa interior (slips, boxers, suspensores) o los deportitas (rugbiers, futbolistas). Y en un grado bastante más avanzado, es desplazamiento del cuero por materiales más modernos como el rubber o látex.
Seguidos de cerca, los bears, están en la misma categorización fetichista que los leathers, en este caso siendo su fetiche el hirsutismo, o la fasciación por los pelos (vello corporal, barbas, bigotes).
Si luego de leer este informe descubriste que sos un fetichista, bienvenido al club, en algún punto todos lo somos, y eso es lo que cosntruye parate de nuestra identidad, sin ser necesariamente unos "enfermitos".
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